tenía el rostro demacrado con
crueldad
nos demostraba, cual golpeada
cenicienta,
haber sufrido por toda una
eternidad.
Me acerqué a ella, e implorándome
me dijo:
¡Una limosna, se lo pido por favor!
Yo acongojado por sufridos
inauditos
le di limosna, y contóme su dolor.
Óigame usted, señor, yo se lo pido,
guárdeme este secreto, se lo
imploro.
hay algo que los
seres en la vida,
tienen en su niñez y hoy día añoro.
Yo también tuve amores, quise a un
hombre
y ese querer fórjese en sacrificio
tuve un hijo de aquel y entró a un
hospicio
hoy debe tener su edad, ya es todo
un hombre.
Quedó apenado al oír aquella
historia
y un sufrimiento embargó todo mi
ser,
ella en sollozos repetía esta
oratoria
¡Gracias Dios mío!
Era mi madre, comprendí que era
solo ella,
me fuí a abrazarla y ocultando su
ansiedad
me beso mucho con ternura aquí en
la frente
y muy bajito dijo en triste
modular:
Oigame usted, señor, yo se lo pido,
etc.
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